Durante unos días, he tenido en casa una invitada muy especial. Cuando conocí el proyecto de La cámara con alas tuve muy claro que quería participar, a pesar de no haber tocado una cámara analógica desde hace un millón de años. Me pareció un reto, y también una oportunidad.
No sé si conoces cómo funciona. Te apuntas en una lista y, cuando llega tu turno, recibes la cámara elegida para que la utilices durante una semana. Pasado ese tiempo, te mandan la dirección postal de otra persona a la que debes enviar el equipo y, así, va volando de un fotógrafo a otro por todo el país, haciendo un recorrido de miles de kilómetros.
En su web lo explican mucho mejor y, además, se pueden ver las fotografías de los participantes en el proyecto.
Yo recibí una Diana F+ que había elegido, soy así de simple, por lo bonita que me pareció. Ha superado mis expectativas. No sólo es preciosa sino que ha sido una estupenda compañera de más de un paseo fotográfico.
Nada más recibirla fui a comprar película de 120 mm a CaprilePhoto, la tienda que desde el proyecto me recomendaron. Reconocieron la cámara, limpiaron la lente y el interior con mimo, nos regalaron una preciosa bolsita de tela, artesanal, para que no se golpeara y me dieron varios consejos para aprovechar la experiencia. Encantadores.
Me habría llevado a casa, así tal cual, la pared que ves en la fotografía que es muy parecida a aquella otra que te enseñé cuando te daba ideas sobre cómo decorar con cámaras antiguas… aunque esta es mucho más bonita, en mi opinión.
En la tienda, un montón de tentaciones. No resulta complicado encontrar el regalo perfecto para ese amigo amante de la fotografía. Sólo diré que estoy pensando en hacerme con mi propia cámara porque me dio mucha pena echar a volar a la Diana viajera.
El funcionamiento es sencillo. Dos posibilidades de apertura. Cuatro opciones de exposición en función de la luminosidad del ambiente. Cargas la cámara. Eliges el motivo. Compones. Disparas. Pasas la película. Y eso es todo hasta que completas las doce exposiciones. ¡Qué corto se te hace acostumbrada a disparar decenas de imágenes que se ven inmediatamente en la pantalla!
Con esta cámara recuperas la magia de esperar hasta el revelado y, cuando sacas las fotografías del sobre en la tienda, con la emoción de ver el resultado, revives aquel momento que queda ya, para siempre, atrapado en ese cuadrado de papel.
Y tú, ¿sueles fotografiar en analógico? ¿Te apetece probar la experiencia? Cuéntame.
8 comentarios
2Pingbacks & Trackbacks en LA CÁMARA CON ALAS: DIANA F+, LA VIAJERA
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[…] you, en el que me he despertado con el verano, en el que he buscado mi momento slow, he acogido una cámara con alas y hasta he completado la búsqueda de un […]
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[…] eso, cuando recibí la cámara con alas, tuve claro que me acompañaría durante uno de estos paseos. Ese que hago a menudo, por la ruta de […]
Rocío
13/12/2015Qué valiente eres!! Yo aún no me atrevo 😉
Ana Martin
18/12/2015Piensa ¿qué puede pasar? Que no salga nada interesante de un rollo de película… pues disparamos otro. Es un juego. Anímate 🙂 Un beso
maria
15/12/2015Qué proyecto más interesante!!! Voy a curiosear. ¿Y qué has hecho con tus fotos?? ¿Las has publicado en algún sitio?? besos
Ana Martin
18/12/2015Seguro que te gusta, ya verás. Ya me contarás si te apuntas. Las fotos son curiosas. Las publicaré en breve aquí en el blog. A ver qué te parecen. Un beso
Nuria Cabrera
15/12/2015Yo estoy deseando que llegue la mía, lo que pasa es que es mala época con la Navidad tan cerca. Correos se va a demorar, peor bueno. Yo también he ido a Caprilephoto en Barcelona a por película… Ahora sólo me falta la cámara. ¿Has llevado ya el carrete a revelar? ¿Publicarás el resultado?
Ana Martin
18/12/2015Te va a encantar, seguro. Ya tengo mis fotos y son curiosas, ya verás. Las publicaré pronto por aquí. Un beso