Hace ya semanas que quería hacer otro paseo fotográfico, como aquél que me di por Chueca unos meses atrás. Pero ya sabes cómo son estas cosas: que si hoy no puedo cargar con la cámara todo el día, que si hoy voy con mucha prisa y no me puedo parar, que si hoy no hay luz suficiente o no es bonita… Total, que por unas cosas o por otras, a pesar de que paso muy a menudo por esas calles, no ha habido manera. Hasta esta semana, en la que he apartado cualquier excusa y me he venido a dar un paseo por Decoracción.
Seguro que lo has visto estos días en las noticias o en las redes sociales. Cada año, en junio, el Barrio de las Letras acoge un montón de instalaciones que llenas sus fachadas y tiendas de creatividad, ideas, formas y colores. Si a todo ello, además, le unes un mercadillo que ocupa varias calles, te puedes imaginar lo interesante que resulta ese paseo por Decoracción. Me encantó el año pasado y me ha vuelto a conquistar este año.
Iba yo con mi mapa lleno de puntitos imprescindibles, unidos con rotulador fosforito en una estudiada ruta que me permitía maximizar la visita. Muy en mi línea. Pero el día se complicó, entré por otro sitio y, sin remedio, estuve deambulando de una calle a otra, parándome en aquellos sitios que llamaban mi atención, mirando los balcones decorados, descubriendo sitios que conocía por las redes sociales pero que no había visitado y disfrutando del ambiente. Casi mejor así.
Es un barrio por el que paseo a menudo y me encanta porque suele estar lleno de vida, sin embargo, estos días el bullicio, los sonidos y los colores se multiplican más aún si cabe con sus numerosas terrazas y locales abiertos.
Acabé caminando despacio por la calle del León, una de mis favoritas, que cruza a aquella en la que vivió Cervantes. Un lugar que era mentidero de artistas, actores y representantes en el siglo de Oro y en el que, dicen, se podía ver entonces un león por algunos maravedís. A mí me parece que algo queda de aquel espíritu, aunque de aquello no haya ahora más que algunos azulejos conmemorativos.
Esa pequeña calle reúne en unos pocos metros algunas direcciones a las que acudo a menudo cuando salgo de compras o a tomar algo. Apunta:
Para cuidarme:
- El pie de oro: es una pequeña zapatería con modelos de abuelita. Sí, sí, los típicos que no son muy bonitos pero que sujetan el pie y son cómodos a rabiar. Con lo que me gusta el verano, es la peor época para mi circulación que es, digamos, complicada; así que estos zapatos fabricados en piel, con suela ortopédica y que transpiran no serán lo más en cuanto a moda se refiere, pero me salvan toda la estación.
Para darme un capricho:
- La intrusa: tiene uno de mis escaparates favoritos estos días, sino el que más, que diseña Lady Desidia. No es fácil hacer una foto porque en torno a la tienda se congregan grandes y pequeños, disfrutando de la preciosa sirena, sus amigos y el sonido del mar. En la tienda hay ropa, bisutería, complementos e ilustración
Para descansar y comer:
- Casa González: una copa de vino con embutido o queso, en una tienda con el olor y el sabor de las de antes que es, además, un estupendo lugar de degustación de productos gourmet.
- Brown Bear Bakery: panadería y pastelería artesana con productos caseros y una decoración que conserva suelo, fachada y mármoles de la anterior charcutería y en la que se puede degustar un magnífico brunch neoyorkino durante los fines de semana.
No tenía muy claro si escribir finalmente esta entrada porque, a fin de cuentas, esto no es un blog sobre decoración. Sin embargo, sí es un blog donde comparto con vosotros cosas e ideas que me parecen bonitas y, en cierto modo, es una ventana para que os asoméis a ellas. Cuando me decíais en Instagram, “¡enséñame muchas fotos, que yo no voy a poder ir!”, lo vi claro. Así que espero que este paseo por Decoracción te haya hecho sentir que caminabas por el Barrio de las Letras. Y, si finalmente te escapaste a darte una vuelta, me encantará que me cuentes qué hiciste y por dónde has estado.
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